Cuando los japoneses desean una comida rápida, sabrosa y saciante, acuden a los ramen-ya, que son pequeños establecimientos en los que únicamente se vende sopa de fideos ramen en innumerables variaciones. Las metrópolis occidentales también se han infectado recientemente con el “virus” ramen, que se puede curar en los bares de ramen especializados.
La pandemia estalló en un pequeño restaurante ubicado en un sótano de Hamburgo, cuando se abrió el primer bar de ramen de la ciudad, en el distrito de Eimsbüttel, en la primavera de 2015. Algo que hace tiempo que se convirtió en comida rápida cotidiana en Nueva York, Londres, París y Sydney está recibiendo actualmente una gran acogida por parte de los alemanes.
El secreto de la sopa de ramen reside en el infinito número de posibles variaciones y la satisfacción rápida y sencilla que proporciona. Los fideos de trigo, que suelen ser de elaboración casera, se hierven en diferentes caldos y se sirven con diversos acompañamientos. El plato se basa en caldos de carne de cerdo, pollo o verduras, o de pescado seco (dashi) y algas, que se dejan hervir a fuego lento durante varios días hasta conseguir un aroma muy especial. Para darle un toque salado se añade sal marina (shio ramen), salsa de soja (shoyu ramen) o pasta de soja fermentada (miso ramen). Los fideos se sirven en el caldo, junto con una variedad de acompañamientos (tropezones de carne o vegetales).
La sopa ligeramente cremosa y los fideos firmes te hacen sudar a medida que hundes la cuchara y sorbes el contenido. Por esta razón, los entendidos tienen siempre a mano pequeños pañuelos tenugui realizados en materiales estampados y coloridos, que se utilizan para secarse las cejas de vez en cuando sin tener que hacer ninguna pausa mientras se come.