¿No sería estupendo?: irnos a la cama con las lonjitas y levantarnos al día siguiente delgados como atletas.
Estas maravillas sólo ocurren en el país de los sueños, pero algo de verdad sí que hay en ellas: quien duerme con regularidad y profundamente sus 7 y 8 horas al día suele ser de media más delgado que quienes no pueden dormir y disfrutan convirtiendo la noche en día.
El sueño desempeña un papel clave para controlar el peso corporal, un hecho demostrado por varios estudios científicos. Quien ha descansado adecuadamente también disfruta moviéndose y tiene menos apetito que quienes duermen poco y acumulan cansancio. Esto se debe a que la falta de sueño produce desequilibrios en el metabolismo, haciendo que el cuerpo produzca menos leptina, una hormona que actúa como freno del apetito y que estimula el consumo de energía. Además, se produce un aumento de hormonas del estrés, como el cortisol, y de hormonas que estimulan el apetito, como la ghrelina, por lo que las personas cansadas suelen comer más.
Por tanto, dormir de 7 a 8 horas es lo ideal. Y si tiene problemas de sueño, merece la pena intentarlo con la práctica de deportes. Moverse nos aleja de las preocupaciones, hace que desaparezcan los sentimientos de debilidad y contribuye a quemar calorías, algo que nuestra silueta nos agradecerá. Cuanto más músculo desarrollamos, más energía consume el cuerpo al dormir. Así que: cierre los ojos y póngase en forma.